La apicultura también reclama su necesidad de digitalización

La aplicación de tecnología en la industria agroalimentaria resulta de vital importancia para la misma. Por un lado, para mejorar su productividad y modernizar los procesos; por otro, porque los efectos de muchas actividades de este área económica recorren transversalmente a muchos otros sectores. Sin la supervivencia de unas es inviable la de otros. La apicultura es un claro ejemplo y su digitalización, una oportunidad para hacerla superar un bache que amenaza su mera existencia.

La abejas corren peligro, es algo de lo que los expertos llevan advirtiendo desde hace años. Principalmente debido al uso de agroquímicos, la transmisión de plagas y al descenso acusado de sus poblaciones. Algunas subespecies están al borde de la extinción. No obstante, su labor polinizadora resulta crucial para mantener el equilibrio de la biodiversidad y también para garantizar nuestra cadena alimentaria: el 75% de los alimentos que consumimos depende de la polinización. Con el 37% de las abejas de Europa en peligro, proyectos de digitalización como Global Bee Project (GBP) pueden causar  un gran impacto.

 

 

Global Bee Project. Digitalización a través de sensores en las colmenas

Esta iniciativa, a cargo de Evaristo Pastor, David M. y David Bosch, pretende instalar sensores en las colmenas para poder monitorizar toda la actividad de las abejas en su interior, controlar sus condiciones de vida y procurar que éstas sean las mejores posibles, para aumentar la producción de miel.

El movimiento de cada insecto, la posible acción de agentes externos, las condiciones de humedad y temperatura interiores y exteriores… Los datos en tiempo real son transmitidos desde los sensores a dispositivos inalámbricos a través de conectividad 5G y ofrecen una panorámica del ecosistema sin necesidad de abrir físicamente la colmena, lo que reduce el nivel de estrés de los animales y mejora su calidad de vida.

David Bosch asegura que «el movimiento de las abejas puede indicar que algo no va bien. Si se registra menos actividad puede ser indicativo de una enfermedad y el apicultor puede actuar rápidamente». El control de plagas como la varroa, un ácaro proveniente de Asia y que está diezmando las explotaciones, puede ser unos de los principales beneficios.

 

¿Puede la digitalización ayudar en el relevo generacional?

Pero no es el único. Conocer con detalle datos clave de las explotaciones apícolas, como la geolocalización de las colmenas, el peso de la cámara de cría, la producción de miel, la posibilidad de recibir una alerta cuando algo no marcha bien o se produce un robo, el estado de la batería del kit de digitalización, etc. puede favorecer un nuevo enfoque al sector de la apicultura. Más racional, técnico y centrado en el bienestar de los animales y la producción, con un enfoque más «estratégico».

Los responsables de GBP confían en que estas nuevas condiciones y posibilidades sirvan como foco de atracción para una generación joven, más habituada a la digitalización y consciente del potencial de la conectividad. Tradicionalmente el sector de la apicultura está sustentado por profesionales con una media de edad elevada y el relevo generacional podría allanarse con este tipo de iniciativas.

Controlar la trazabilidad del producto

Por último, una de las principales ventajas de plagar de sensores las colmenas de abejas es acreditar su procedencia y composición desde el punto de origen. «No hay manera de acreditar lo que se ha producido de miel en una colmena en concreto, eso da juego a que se pueda mezclar la miel de unas colmenas y otras. Los sensores de GBP detectan la trazabilidad y el índice de pesos de la miel que nos indica qué cantidad ha sido producida en cada colmena, con lo cual, se hace más difícil la adulteración del producto», asegura Bosch.



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