Beneficios empresariales de apostar por la sostenibilidad

Las directrices que rigen la actividad de las empresas han cambiado mucho, en poco tiempo. En apenas diez años la forma de entender su liderazgo, sus estrategias y sus acciones tienen que ver con nuevos estándares —denominados criterios ESG, por las siglas en inglés Environmental Social and Corporate Governance—. La sostenibilidad es uno de esos nuevos criterios con más peso específico.

 

 

La sostenibilidad es una nueva forma de posicionarse como referencia

Desarrollar prácticas sostenibles en fabricación y/o distribución de productos y servicios; vigilar el consumo energético en todos los procesos industriales o logísticos; tomar consciencia de la huella ecológica que lleva aparejada toda actividad económica. Estas y otras dinámicas corporativas son, al tiempo, una manera de proceder en el mercado y, además, una manera de proyectar un potente mensaje a la sociedad.

 

Con los colectivos humanos cada vez más implicados, activos y beligerantes con la importancia de nuestras acciones presentes para el futuro, ser una empresa sostenible no es solo responsable, también permite liderar desde la consciencia y la toma de partido ecológico. Y aunque muchas organizaciones dicen hacerlo, solo unas pocas realizan acciones y estrategias realmente efectivas.

 

¿Qué virtudes tiene la acción sostenible desde la empresa?

Hacer una apuesta firme por las prácticas y las estrategias sostenibles reporta beneficios sólidos a cualquier empresa. Según el Barómetro ODS, en un 54 % de los casos supone un ahorro directo de costes y en un 52,7 % una mejora de reputación directa. A pesar de ello, según la misma fuente solo un 34 % de las empresas en España tienen en cuenta un marco de referencia —como podría ser la Agenda de Objetivos para el Desarrollo Sostenible en 2030, por ejemplo— para alinear sus acciones.

 

 

Legislación de sostenibilidad a tener en cuenta

El presente año supondrá un jalón importante para la sostenibilidad, gracias a diversas normativas de ámbito nacional y europeo que entrarán en vigor. Cambiarán ostensiblemente los terrenos de la información, la materia medioambiental y las finanzas sostenibles.

 

Las empresas de más de 500 empleados de utilidad pública se verán obligadas a modificar su política de información y reportes sobre sostenibilidad, que estarán al mismo nivel de relevancia y exhaustividad que los informes sobre información económica en virtud de la Directiva europea CSRD (Corporate Sustainability Reporting Directive). A nivel nacional se buscará que las organizaciones sean más ambiciosas, a través del Real Decreto para la aplicación de la Ley 7/2021 y el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima.

 

A otro nivel nos dirigimos hacia un modelo económico basado en la sostenibilidad empresarial. Además de las leyes que permiten la supervisión bancaria, se espera la aprobación de documentos aclaratorios sobre la Taxonomía y el Reglamento de divulgación de finanzas sostenibles —SFDR, por sus siglas en inglés—.

 

Estos textos legales exigirán a las compañías alinear sus objetivos y estrategias con nuevas metas ambientales y de sostenibilidad, promoviendo la inversión sostenible y ética. Por tanto, no se trata únicamente de que la sostenibilidad resulte beneficiosa para el día a día de las empresas. Es que muchas de las que aún sean reticentes, si es que aún queda alguna a estas alturas, se verá «forzada» por la presión social y también por el marco legal. Tanto nacional como internacional.



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