La revolución tecnológica del siglo XX y XXI ha venido acompañada de un proceso de cambio de paradigmas en multitud de realidades. Uno de los más llamativos — por su extremada rapidez y profundidad — se ha experimentado en el ámbito cultural. En apenas unas décadas la cultura se ha visto inundada y transformada por nuevas manifestaciones en terrenos como la música, el cine, la televisión, los grandes medios de comunicación y, sobre todo, por Internet.

La digitalización ha hecho florecer a la cultura, expandiéndola y haciéndola más diversa en todos estos terrenos; pero los espacios «tradicionales» destinados al disfrute de la cultura, como los museos, se encuentran en franca decadencia. En algunos casos, incluso están sumergidos en la lucha por no desaparecer. Lejos de personificar una némesis para los museos, recurrir a la digitalización, la innovación tecnológica y la conectividad en los espacios museísticos puede ser precisamente la clave para esa supervivencia.

Doble objetivo de la digitalización de los museos

Con la inversión destinada a los museos en retroceso — tanto en espacios públicos como en museos privados — los responsables de su gestión deben orientar los cauces de innovación tecnológica y la digitalización hacia dos metas, paralelas aunque igual de importantes en todos los casos.

• El aumento de la competitividad
• La victoria en la batalla por la atención del público

El primer objetivo resulta más acuciante en los casos de aquellos museos de gestión privada, aunque hay que recordar que, además de luchar con otras ofertas más atractivas y asequibles en el campo cultural, los museos — públicos y privados — también «pelean» entre sí, por lo que la competitividad resulta un factor clave. También es capital ganar la atención de usuarios, beneficiarios o visitantes, sobre todo la de aquellos situados en la franja demográfica por debajo de la treintena.

Cauces de la innovación tecnológica para mejorar los museos

Todos los académicos y especialistas del ramo, con escasas diferencias de enfoque, coinciden en que existen varios canales a través de los cuales dirigir el camino de la digitalización en los espacios museísticos, para hacerlos competitivos en una nueva realidad dominada por la tecnología y sus inputs:

• La gestión interna
• La experiencia de usuario
• La organización

Aunque el concurso de la digitalización en los museos es imprescindible para su supervivencia, el número de responsables de estos espacios que apuesta por la innovación tecnológica y la conectividad aún es muy bajo, por desgracia. Los motivos son variados pero sobre todo destacan la resistencia o miedo a los cambios bruscos, la concepción del museo con bajo perfil tecnológico como un valor añadido — apegado a «lo tradicional», menos abrumador y disruptivo — y la escasa o nula formación en realidades y herramientas digitales.

Ejemplos de posibles aplicaciones de digitalización en los museos

Siguiendo la estela de las tres áreas de actuación que hemos expuesto más arriba, podemos desgranar algunos ejemplos en los que la innovación tecnológica supondría un gran paso adelante para los museos. En lo relativo a la gestión interna, la digitalización puede ayudar mucho en la labor de catalogación, inventario de fondos y clasificación de activos. También puede resultar útil para mantener un control presupuestario y económico de las entidades o para activar y mejorar los cauces de comunicación, con el equipo del museo y con otras entidades o colaboradores. El uso del big data abre un interesante abanico de posibilidades en este terreno.

Una visión general, cómoda y unificada de todos los recursos del museo facilita mucho la organización de muestras, eventos, exposiciones y actos complementarios a la mera exposición de artículos. Y esto enlaza con el que es, quizás, el filón con más oportunidades hablando de digitalización: la oferta de experiencias mejoradas antes, durante y después de la visita de los usuarios a los espacios. La conectividad 5G, el uso de dispositivos de realidad virtual o las aplicaciones de realidad aumentada pueden abrir la puerta a experiencias mucho más inmersivas de las obras por parte de los visitantes, ampliando el impacto del arte mucho más allá de las fronteras del propio museo.