Internet bajo el mar: el origen de los cables submarinos

Hoy en día vivimos en un mundo hiperconectado en el que las comunicaciones instantáneas se dan por hechas. Pero ¿te has planteado alguna vez cómo viaja el tráfico de internet a cada rincón del planeta? La respuesta la encontramos en nuestros mares y océanos, que desde hace ya más de siglo y medio albergan miles y miles de metros de cables en sus profundidades, sin los que Internet no sería posible.

 

Los cables submarinos han sido fundamentales para el desarrollo de las telecomunicaciones en todo el mundo. Estos cables permiten la transmisión de datos y voz a través de largas distancias y han sido cruciales para conectar diferentes países y continentes. Desde los primeros cables del telégrafo, que conectaban Europa con América, hasta los modernos cables de fibra óptica, ha habido una evolución significativa en las tecnologías de comunicación submarina.

 

A principios del siglo XIX, las comunicaciones transatlánticas eran una aventura debido a las largas distancias y la imposibilidad de enviar mensajes a través del océano, que suponía un obstáculo prácticamente insalvable. No obstante, fue en la década de los 50 de ese siglo cuando distintas empresas y gobiernos se lanzaron al reto de conectar países y continentes a través de cables submarinos. Se extendieron cables en Irlanda, Inglaterra o el Mediterráneo, de forma que en 1858 había ya más de 30 líneas sumergidas, siendo la más larga la del mar Negro, con 574 kilómetros.

 

En ese mismo año, tras probar la viabilidad de estas líneas, se realizó el primer intento de conectar Europa con América a través de un cable submarino de telegrafía, que cruzaba el Océano Atlántico desde Newfoundland hasta Irlanda. Una empresa manufacturó un cable compuesto por siete alambres de cobre, recubierto con tres capas de gutapercha –un aislante natural que proviene del árbol palaquium– y blindado con una espiral de hilos de acero. El cable tenía un diámetro de apenas 1,75 centímetros, por lo que era muy flexible. Además, permitía ser sumergido verticalmente en el agua seis millas sin romperse.

 

Foto: SPL / AGE Fotostock

 

A pesar de la ardua travesía y de las dificultades del proyecto, en agosto de 1858 se consigue enviar el primer mensaje a través del cable transoceánico desde Irlanda que decía «Gloria a Dios en el cielo, paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad» .

 

No obstante, el cable no tardó en deteriorarse hasta el punto de inutilizar la línea apenas tres semanas después de la inauguración. A pesar de los múltiples intentos y de los avances tecnológicos, este primer cable fue un fracaso.

El éxito llegó por fin en 1866, cuando se completó el primer cable submarino transatlántico de telegrafía que conectaba América del Norte y Europa. Este logro permitió una comunicación más rápida y efectiva entre ambos continentes. Los cables de telegrafía submarina se convirtieron en un medio esencial para la comunicación transoceánica y, a lo largo del siglo XX, se fueron mejorando y actualizando hasta convertirse en cables de fibra óptica.

 

La conexión de cables submarinos revolucionó la comunicación entre Europa y América, permitiendo la transmisión de noticias y mensajes en cuestión de minutos en lugar de semanas. A medida que los avances tecnológicos continuaron, se instalaron más cables submarinos en todo el mundo, incluyendo cables que conectaban América del Sur, África y Asia.

 

La tecnología de los cables submarinos se fue actualizando con el tiempo, y en la década de 1950, comenzó a desarrollarse la tecnología de cables coaxiales. Los cables coaxiales mejoraron significativamente la calidad de la transmisión de señales de voz y datos, ya que permitían una mayor capacidad de transmisión y una menor interferencia. En la década de 1980, la tecnología de fibra óptica hizo su aparición en la comunicación submarina. Los cables de fibra óptica son más rápidos, más seguros y tienen una mayor capacidad de transmisión de datos que los cables coaxiales.

 

En la actualidad, los cables submarinos de fibra óptica son la principal forma de comunicación transoceánica. Aunque mucha gente piensa que los datos se transmiten vía satélite, la realidad es que más del 90% viajan por cables submarinos, ya que permiten una mayor velocidad y seguridad en la transmisión. Se han convertido en una infraestructura clave para el comercio global y las comunicaciones internacionales. Sin la pericia de aquellos primeros visionarios que tendieron los primeros cables del telégrafo, los avances posteriores, y tal vez incluso Internet, probablemente nunca habrían existido.

 

¿Sabías que la red de lyntia cuenta con conexiones con los principales puntos de amarre de cables submarinos de la Península y con interconexiones con Francia, Portugal y Norte de África? Conoce más sobre nuestra red aquí



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