En lo relativo a las conexiones de red de alta velocidad, nuestro país es de los más avanzados de Europa. Para mantener una posición de liderazgo internacional en ese campo, los distintos operadores esperan disponer de cobertura total de fibra óptica para el final del año 2024. Según la Comisión Europea y los datos reflejados en su Índice de Economía y Sociedad Digitales de 2022, España está en el Top 10 de potencias de la Unión según las cuatro competencias evaluadas —capital humano, conectividad, integración de la tecnología digital y servicios públicos digitales—. Nuestra puntuación está 8,5 puntos por encima de la media europea y nuestra posición es la séptima.

Para lograr estos resultados mantener una buena infraestructura de conexiones de red resulta esencial. En los últimos veinte años los esfuerzos —y los avances— que ha hecho el país han sido notables. Una inversión en trabajo, en tecnología y en capital que empieza a dar unos frutos que serán importantes, si queremos mantener nuestros niveles de competitividad, tanto internacional como doméstica.

Empuje imparable de la fibra óptica en dos décadas

En los últimos 20 años, el avance de la fibra óptica en España ha sido notable y transformador. A principios de la década de 2000, España se encontraba rezagada en cuanto a la adopción de esta tecnología en comparación con otros países europeos. Sin embargo, a medida que avanzaba la primera década del siglo XXI, se produjo una revolución en el sector de las telecomunicaciones en España.

El despliegue masivo de redes de fibra óptica se convirtió en una prioridad para los principales operadores de telecomunicaciones en el país. Esto dio lugar a un rápido aumento en la disponibilidad de conexiones de banda ancha ultrarrápidas para hogares y empresas en todo el territorio español. Las ciudades más grandes, como Madrid y Barcelona, lideraron el camino en la expansión de esta tecnología, pero pronto se extendió a áreas rurales y remotas, reduciendo la brecha digital y proporcionando acceso a internet de alta velocidad a regiones previamente desatendidas.

Este avance tecnológico no solo ha mejorado la vida de los ciudadanos españoles, sino que también ha impulsado la economía del país. Se ha convertido en un factor crucial para el desarrollo de sectores como la educación en línea, el comercio electrónico y la innovación empresarial. Además, ha fortalecido la competitividad de España en el escenario internacional, atrayendo inversiones y fomentando la creación de nuevas empresas tecnológicas.

La tecnología móvil y la brecha en el rural, los próximos campos de batalla

La inversión pública y privada, con el horizonte de un año 2025 plenamente digitalizado sigue siendo necesaria. En su Plan España Digital 2025, el gobierno habla de «la puesta en marcha de reformas estructurales, concretadas en aproximadamente cincuenta medidas, que movilizarían un importante volumen de inversión pública y privada».

También contempla que «las acciones financiadas con cargo a presupuestos públicos se situaría en torno a los 20.000 millones de euros, de los cuales 15.000 millones de euros, aproximadamente, corresponderían a los diferentes programas y nuevos instrumentos de financiación de la Unión Europea. A ello se sumaría la inversión prevista por el sector privado, de unos 50.000 millones de euros, en un escenario moderado de despliegue».

Entre estas medidas estratégicas destacan el impulso a la adopción temprana de las conexiones de red inalámbrica 5G, así como de los servicios asociados. Sobre todo en aquellos entornos geográficos y contextos económicos donde la apuesta por la digitalización pueda reportar mayores y más inmediatos beneficios. Sobre todo teniendo en cuenta que la reducción de la brecha digital entre el medio rural y los grandes núcleos de población ha sido —y sigue siendo— una preocupación capital de los responsables públicos y operadoras del país.