Como país tenemos el enorme reto y la responsabilidad de apostar de manera decidida por la transición digital. Así lo aseguró en un evento reciente la secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, Carme Artigas. Para ello hay que afrontar de manera simultánea diversas acciones estratégicas pero, una de las más importantes es la conectividad; y, en ese sentido, podemos estar satisfechos con el desarrollo de esas acciones.

Según el DESI —Digital Economy and Society Index—, el índice que mide el grado de digitalización de las sociedades y economías de las potencias mundiales, España ocupa el puesto número tres en conectividad de datos, pues mide el grado de implantación de la banda ancha, su nivel de cobertura y los precios de las operadoras. Esta tercera posición se repite por segundo año consecutivo, configurando un «podio» en el que nos acompañan, también por segundo año consecutivo, Dinamarca y Países Bajos.

Somos líderes europeos en conectividad de alta velocidad

El informe final, que compila los datos del DESI y sus análisis, también refleja que España está apostando por una conectividad de «calidad», a través de la banda ancha de alta capacidad: El 70% de los hogares en España tienen una conexión a Internet de 100 Mbs. o más, lo que nos ubica en el primer puesto respecto a nuestros vecinos de la Unión Europea. Además, el 96% de los hogares cuenta con conexión a la red de manera permanente, lo que también nos coloca en el «vagón de cabeza» europeo.

El DESI analiza varios criterios clave: conectividad, servicios públicos digitales, digitalización de las empresas, conectividad y capital humano. Aunque no en todos estos aspectos hemos crecido al mismo ritmo, la evolución general como país sí ha sido positiva, haciéndonos escalar dos puestos en el ranking general con respecto a nuestra posición el año anterior. Actualmente ocupamos el séptimo puesto entre nuestros socios europeos.

Digitalización de las empresas: la conectividad no basta

Aunque los datos de conectividad son muy positivos, aún con el desarrollo y la implantación de la conectividad 5G dando también signos esperanzadores… hay que seguir esforzándose en la transición digital del tejido empresarial español. Máxime si consideramos que, con datos de 2021, el 93% de  las empresas del tejido nacional son PYMES, es decir, con diez empleados o menos.

En este segmento, específicamente, sólo el 85,3% de las empresas tenía un ordenador; tan solo el 21% apuesta por el teletrabajo —frente al 50% de las organizaciones de mayor tamaño—, un pequeño 9,7% cuenta con sistemas ERP y menos del 60% cuentan con medidas de ciberseguridad. Estas cifras dan muestras de algunas áreas con carencias de diferente calado.

Para poner remedio a este problema el Ejecutivo español cuenta con el Plan para la Digitalización de las PYMES 2021-2025, donde se plantean diversas «palancas de cambio» que aglutinan distintas acciones: programas de digitalización, apoyos en la gestión de cambios hacia lo digital, apoyos a las PYMES disruptivas e innovadoras, un importante programa de apoyo e inversión a la digitalización sectorial —con especial incidencia en el Turismo, la Industria y el Comercio—, o la implantación de un sello PYME Digital, por citar algunas de estas acciones. El total de inversión de este plan se sitúa en los 4.650 millones de euros.

Las competencias, el complemento imprescindible a la conectividad

Probablemente, el principal factor que nos impide ocupar puestos más elevados en el DESI es que la conectividad por sí misma no genera, ni digitalización ni desarrollo económico. De nada vale disponer de infraestructuras, equipos, cobertura y banda ancha si la población no dispone de los conocimientos y las competencias digitales apropiadas para aprovecharlas.

Para ello el Gobierno de España también está tomando medidas. Con el objetivo de ampliar la capacitación digital de la ciudadanía y  reducir la brecha tecnológica —entre otros— también prevé una potente inversión y apoyo institucional a través del Plan Nacional de Competencias Digitales, con una dotación económica de 140.000 millones, hasta 2025.