El metaverso en el futuro, así afectará a la sociedad

El metaverso está en boca de todos, tanto en el sector tecnológico como fuera de él. Sus principales impulsores defienden que acarreará un cambio sin precedentes en la manera en la que concebimos Internet, porque supone un cambio de paradigma en la manera en la que nos conectamos a la red, nos relacionamos e intercambiamos información.

Aunque el metaverso está aún en desarrollo tiene potencial para modificar de manera transversal nuestra vida. Sobre todo, porque los avances en el campo de la conectividad, la realidad virtual y las tecnologías adyacentes al metaverso no dejan de crecer de manera acelerada. De existir un impacto tan importante como afirman los expertos ¿cómo será? ¿cómo afectará a nuestro día a día?

 

 

¿Qué es el metaverso, exactamente?

La primera advertencia es que no hay un único metaverso y, si todo marcha como está previsto, lo normal es que existan en el futuro varios metaversos con potencial para interconectarse entre ellos.

Además del metaverso que ha recibido mayor atención mediática —Meta, responsabilidad de Mark Zuckerberg— no es el más estable o desarrollado. Los videojuegos pueden considerarse en cierta forma metaversos activos, pues requieren de avatares, identidades digitales y entornos de simulación de la realidad; sobre todo en aquellos videojuegos en 3D, realidad virtual o de POV —point of view—.

Desde el punto de vista «técnico» hablaríamos de metaverso cuando existiera cualquier entorno digital, de realidad virtual o RV, que requiere de un dispositivo específico para interactuar o «navegar». Gracias a esas «gafas» de realidad virtual será posible construir una recreación de propios los usuarios, llamados avatares, navegar por distintos espacios con mayor o menor similitud con al realidad «física», comunicarse e interactuar con otros usuarios y desarrollar distintas actividades también virtuales, desde reuniones, trabajos, eventos de ocio y compras hasta viajes, relaciones personales o «vidas» virtuales desplegadas íntegramente en el metaverso.

Además, el metaverso no dejará de tener actividad o desarrollarse, cuando el usuario no esté conectado. Al igual que la «vida real», seguirá con o sin nuestra presencia y sin que podamos incidir en los cambios que se produzcan.

  

 

El metaverso ¿afectará a nuestra vida?

Es delicado hacer una afirmación tan categórica, al menos de momento. Pero todo indica que así será, a largo plazo. Sobre todo porque, como toda tecnología, se terminará imponiendo a través de un uso masivo. Gartner asegura que, en 2026 un 25% de la población pasará al menos una hora al día conectada al metaverso. Y la lógica indica que esa progresión no puede ser más que ascendente. ¿Cómo nos cambiará este tipo de innovación?

  • Realidad Virtual: los entornos recreados digitalmente, que imitan la realidad o que crean mundos totalmente nuevos serán un espacio habitual para los usuarios; se desenvolverán con tanta soltura en él como puedan hacerlo actualmente en Internet, a través de distintos dispositivos. Cómo de rápido asimilaremos este cambio dependerá de la facilidad de acceso a los dispositivos de realidad virtual para navegar en el metaverso y de las políticas de aprendizaje que se adopten.
  • Blockchain: la tecnología blockchain es importante en el metaverso, porque muchas de sus dinámicas dependen de ella. También aprenderemos a manejar con soltura los conceptos y las aplicaciones derivadas del blockchain, hoy en día limitadas a entornos muy específicos como el de las criptomonedas, pero con potencial para convertirse en un estándar tecnológico por su seguridad y fiabilidad en la gestión de datos.
  • Vida digital: A través del metaverso tomaremos mucha más conciencia de que todos poseemos una identidad digital que es indisoluble a nosotros y que genera una huella digital determinada. Quiénes somos en el metaverso, las actividades que desarrollamos, la información que compartimos y con quién nos relacionamos nos devolverá un impacto casi «sensorial», pues la experiencia en el metaverso es mucho más inmersiva que con el Internet actual.
  • Negocio: Como es lógico, el éxito del metaverso dependerá de las posibilidades comerciales que genere. Ya es posible comprar obras de arte en forma de NFT —non-fungible tokens— o comerciar con criptomonedas. Pero el metaverso permitirá comprar una vivienda virtual, acudir al trabajo, adquirir productos y servicios —entregados en el mundo físico o pensados solo para el metaverso— o hacer turismo, por ejemplo. Cuanto más atractivo tenga el metaverso y más se parezca a nuestra sociedad «física» más probable es que nuestra presencia en él se incremente y nos cambie como colectivo.


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