Digitalización y conectividad: fundamentales en un futuro sostenible

La transición tecnológica y de conectividad ya no suponen una opción para las empresas. La digitalización es una necesidad vinculada a la supervivencia de las organizaciones y actores del sector de la tecnología. Pero también de otras áreas productivas sin importar su dimensión o alcance. El cambio afecta a todos y en todo.

 

Además, nos dirigimos hacia un cambio de paradigma también en el modo en que esos objetivos de transición tecnológica se alcanzan, vinculándose al impacto en el Medio Ambiente y a la huella de carbono que generan. La conectividad sostenible será clave para alcanzar los Objetivos de Desarrollo desgranados por la ONU antes de la fecha límite de 2030.

 

 

La conectividad implica un precio ambiental, que hay que minimizar

Los avances tecnológicos han supuesto un importante paso adelante en el desarrollo empresarial. Y continúan ejerciendo un papel de capital relevancia. No sólo hablando de conectividad: el blockchain, el Internet de las Cosas o el desarrollo de metaversos, por citar algunas tecnologías punteras, cambiarán el modo en que los mercados se comportarán, así como lo harán las sociedades en las que operan.

 

Pero todo ello tiene un coste energético, ambiental y de sostenibilidad. Según afirma la Universidad de Cambridge en un reciente estudio, sólo los centros de datos producen 100 millones de toneladas de CO2 al año. Todos los dispositivos móviles que hay en el mundo — se calcula que la cifra está en torno a los 25.000 millones — son los responsables de entre un 3% y un 4% de las emisiones globales de estos gases.

 

La conectividad sostenible debe ir de la mano y en paralelo con la revolución de la digitalización: a través del sintetizado de mapas de riesgo climático en función de la localización física de las instalaciones, de la medición del impacto energético de los servidores o de la monitorización de la eficiencia energética del machine learning, por citar sólo algunos ejemplos.

 

El ejemplo que están dando grandes gigantes de la tecnología como Apple, Microsoft y Google — que están apostando con firmeza por su neutralidad total en emisiones de carbono — puede «animar» a otras empresas, grandes y pequeñas, a recorrer una senda análoga. Y también los grandes inversores podrán aportar su granito de arena, comprometiendo mayores inyecciones de capital a aquellas empresas que apuesten por la conectividad, sin sacrificar con ello su responsabilidad ambiental.

 

 

Conectividad sostenible para ser más competitivos

Apostar por una conectividad sostenible no es una cuestión meramente estética. Según un informe de Accenture «Entre 2013 y 2020, las compañías con alto rendimiento en cuestiones medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) registraron unos márgenes operativos 3,7 veces superiores a los de sus homólogas. La rentabilidad anual para sus accionistas fue 2,6 veces mayor».

 

Esta misma fuente es la que asegura que las empresas pioneras en transformación digital y sostenible — equiparando la importancia y la atención a las dos vertientes de la ecuación — tienen 2,5 veces más probabilidades de liderar sus mercados en el futuro, en relación a sus competidores.

 

Por ello, invertir en esta transformación doble está suponiendo una prioridad para quien quiere tomar posiciones ventajosas a corto plazo. El 85% de las empresas españolas prevé aumentar sus inversiones en sostenibilidad a lo largo del presente año y casi un 40% de ellas asegura que dedicará entre un 6% y un 10% de sus inversiones al área de la digitalización.

 

En 2030, pues, no está únicamente el horizonte del Desarrollo Sostenible. También hablamos de un importante movimiento estratégico del mercado laboral, pues en los próximos años se incrementará considerablemente la demanda de perfiles técnicos y altamente especializados: se prevé que, para esa fecha se generen en Europa hasta cinco millones de empleos.



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