
26 Sep ¿Tu red es ciberresiliente? El rol de la redundancia y el failover
Si tuviéramos que definir el mundo digital en dos palabras tendríamos que recurrir, sin duda a «vertiginoso» y «cambiante». Y en ese mundo digital una de las prioridades de cualquier negocio es garantizar su continuidad. Para ello, disponer de una infraestructura de red es tremendamente útil, pero hay que asegurarse de que esa herramienta de nuestro negocio sea ciberresiliente.
¿Qué significa esto? Básicamente, la ciberresiliencia es la capacidad de una red para resistir ciberataques y fallos inesperados; también hace referencia a la posibilidad de recuperarse de ellos de forma eficaz y rápida. Para entender la ciberresiliencia hay que tener también en cuenta conceptos clave como la redundancia y el failover automático, piezas esenciales para que tu infraestructura funcione sin interrupciones.
La ciberresiliencia es mucho más que mera prevención
Ser ciberresiliente no solo implica prevenir ataques. También significa estar preparado para lo inevitable y saber cómo actuar cuando ocurre un incidente. En un entorno donde las amenazas evolucionan constantemente, la resiliencia es una de las mejores formas de defensa posibles. Una red verdaderamente ciberresiliente se apoya en varios pilares:
· Anticipación para entender los riesgos y amenazas potenciales.
· Resistencia o, lo que es lo mismo, contar con mecanismos para soportar los embates.
· Recuperación o capacidad volver a la normalidad lo antes posible.
· Adaptación o extracción de todas las enseñanzas posibles tras cada incidente para fortalecerse.
Teniendo en cuenta estos pilares, es importante entender que la clave está en diseñar sistemas que no solo sean robustos, sino también flexibles y capaces de reaccionar ante cualquier eventualidad. Pero ahondemos un poco más en los componentes más importantes, a nivel conceptual del principio de la ciberresiliencia.
Redundancia: Tu doble de seguridad digital
La redundancia es un principio básico de la ciberresiliencia. Imagina tener una copia exacta de cada componente crítico de tu red: equipos, rutas de conexión, fuentes de alimentación… Si un elemento falla, hay otro listo para tomar el relevo. Pues eso es exactamente lo que define a la redundancia. Esto incluye:
· Copias de seguridad de la infraestructura: No solo hablamos de datos, sino de la configuración y estado de tus dispositivos de red.
· Rutas alternativas: Contar con múltiples caminos para que la información fluya. Si una ruta se cae, el tráfico se redirige automáticamente por otra.
· Sistemas duplicados: Servidores, switches y routers en espejo, preparados para entrar en funcionamiento.
La redundancia elimina los puntos únicos de fallo, garantizando que un incidente en un componente no paralice toda la operación. Es como tener un colchón de seguridad que te protege ante cualquier imprevisto.
Failover automático: La transición invisible
Aquí es donde la «magia» de la redundancia se materializa en acción. El failover es un mecanismo que permite a los sistemas cambiar de forma instantánea y automática a una ruta o componente redundante en caso de fallo. ¿Lo mejor? El usuario —o tu cliente, si es el caso— no nota absolutamente nada.
Piensa en ello como una orquesta perfectamente sincronizada. Si un instrumento deja de sonar, otro toma su lugar al instante, manteniendo la melodía sin interrupciones. El failover es justo eso dentro de tu infraestructura tecnológica. ¿Qué te garantiza?
· Funcionamiento: Los sistemas monitorizan constantemente el estado de los componentes activos. Ante una anomalía —ya sea un corte de fibra, un fallo de equipo o un ataque—, el failover detecta el problema y desvía el tráfico hacia la alternativa funcional.
· Velocidad: Esta transición es casi imperceptible. Hablamos de milisegundos, lo que evita caídas del servicio o interrupciones que puedan afectar la productividad o la experiencia del usuario.
Implementar un sistema de failover automático es una inversión inteligente para cualquier empresa que valore la disponibilidad continua de sus servicios.